“A veces es necesario cerrar los ojos solo un instante para
poder ver. A veces es necesario dejar de
hablar para poder expresar. A veces es necesario escuchar siendo sordo, así
como tocar sin sentir. A veces todo eso nunca lo podremos lograr”
Otra tarde más, donde lo único que se percibe es el viento resoplando
por la ventana, alborotando las cortinas, removiendo todo a su paso, haciendo jugar
las hojas de esa carta, aquella que ha llegado a mi poder, a mis manos, a mi
sentir. Carta; que por esas cosas del destino, quien sabe cómo, yo aquí,
justamente aquí la conservo.
Miro hacia mis libros pensando qué lugar le otorgaré a ese magnífico
escrito; ¿esconderlo? ¡Definitivamente no! No es lo que ustedes creen, yo no
busco esconderla, solo darle un lugar especial, un simple y cálido sitio donde
permanecerá. Pero… ¿es aquí donde pertenece?
El hecho de que aprecie éste escrito con tantas fuerzas, se
basa en que pertenece a una milésima parte de alguien que alguna vez, también pensó
como yo. Que en algún lugar del mundo, años atrás, él o ella, querían encontrar
la felicidad. ¿Lo habrán conseguido? Tengo mis dudas.
Vuelvo a observar mis libros, pero pensándolo con calma, no
creo que dentro de ellos pueda caber tanta emoción junta. Pero no soporto la
idea de imaginar llegar a extraviar esta delicada y dulce carta, con aroma a
recuerdo, a pensamientos algo añejos.
Y aquí, en el pie de la última hoja, se encuentran con un
tinte algo azulado, solo dos iniciales. Es de mí suponer que estas tan
impecables letras corresponden al
misterioso escritor, T.K
Todo es breve, se resume, no es complejo, se comprende. Aquí
en esta línea, tembló su trazo pero aun así se puede llegar a contemplar sus
tan sutiles palabras. Es un deleite releer cada oración tan sencillamente escrita.
Y le da a cada coma, un significado diferente, sí, cada espacio se complementa
con un ligero suspiro, como si estuviera justo en el momento cuando fue
escrita. Sentir al oído ese cálido suspiro, que me da a conocer otra realidad a
mis ojos… “A veces es necesario cerrar
los ojos solo un instante para poder ver…” Que contradictorio, que acertado; no estoy
demente, eso está escrito aquí en esta línea de la perfecta carta.
La encontré, por el destino en un libro de poesías, que tomé
prestado de la biblioteca Evaristo Carriego a las cercanías de mi hogar, aquí,
mi dulce arte como vivienda. Tras unas cuantas páginas, ojeando velozmente,
mientras me deleitaba con el tacto, el sentir de la fina textura de sus
páginas, el libro me llevó a un fin determinado, ahí se detuvo, se desplegó
solo para mí mirar, quedé atónita, mis ojos húmedos y mis manos temblorosas
acariciaron ese sobre que se encontraba entre la página 74 y 75.
¡Que magnífico recuerdo! Y hoy aquí, nuevamente observando
esta carta más que preciosa. En fin mi realidad es distinta a lo escrito, pero
desde que la tengo en mi poder, sigo estos consejos que me brinda, sí,
definitivamente este es el momento para despedirme, para que el destino elija
su próxima víctima, para que así como a mí me escogió ese día hurgando esas
páginas, llegue ahora a las manos también temblorosas, de un futuro dueño. Y él
se pregunte a lo lejano de mí, lo que yo hoy y hace tiempo me cuestioné.
Hoy pensativa, logro saber que este escrito conmigo llegó a
su fin y que la mejor idea que cruzó por mi mente es compartir esto con alguien
más. Ese alguien que, se planteará que… a veces es necesario escuchar siendo
sordo, así como tocar sin sentir.
Mañana. Sí mañana, será el día que por fin me despegaré de
esto, mañana completaré eso que T.K deseaba para sí ¡Mañana! Llegaré a la
felicidad que un pasado anhelaba.
Entre las páginas 74 y
75 un futuro encontrará la clave, para ver con los ojos cerrados.
Y.A
Y.A